Una reflexión sobre la importancia de reconocer los sesgos internos
En Psicología, muchos estudios se han centrado en saber cómo cualquier tipo de información afecta la vida cotidiana y nuestra percepción de las experiencias. Un aspecto relevante de la información que recibimos, es cómo nuestro cerebro la interioriza en función de su naturaleza. Es decir, si la información recibida es ‘negativa’ o ‘positiva’. Los estudios han demostrado que la información negativa tiende a influir en las percepciones internas de manera más fuerte que la información positiva (Ito, Larsen, Smith y Cacioppo, 1998)).
Según Marano (2003) este fuerte procesamiento de la información negativa, frente a la positiva, se construye en nuestro cerebro tempranamente. Según este autor, nuestro cerebro es muy sensible a la negatividad. Este sesgo hacia la información desagradable es automático y se desarrolla en la fase inicial del procesamiento de la información, tal como lo detecta y procesa el cerebro. Por lo tanto, podemos argumentar que todos nacemos con un sesgo negativo.
El sesgo negativo se refiere a una tendencia cognitiva de las personas a centrarse más en información, experiencias o resultados negativos, mientras prestan menos atención a lo positivo. Esto puede ocurrir en diferentes niveles, desde un sesgo de percepción en el procesamiento de la información, hasta un sesgo en la recuperación o interpretación de la memoria.
Aunque este sesgo es automático, como parte del procesamiento de información de nuestro cerebro; este puede ser reforzado a través de varias fuentes, incluidos los rasgos de personalidad, las experiencias pasadas y las influencias culturales o sociales. También puede verse reforzado por ciertos entornos o contextos, como situaciones estresantes o amenazantes. Esto es importante de entender, ya que esta negatividad hacia la información desagradable puede causar un impacto en nuestra salud mental.
Una consecuencia desafortunada de este sesgo, por ejemplo, es que una persona con sesgo negativo puede tender a concentrarse más en las críticas que recibe en lugar de en los elogios, o a recordar eventos negativos de su pasado más fácilmente que los positivos. El sesgo negativo también puede afectar la toma de decisiones, ya que puede llevar a las personas a subestimar sus habilidades, esperar los peores resultados o tomar decisiones demasiado cautelosas. Todo esto puede causar estrés o ansiedad a muchas personas, reviviendo la negatividad en sus cabezas una y otra vez y causándoles dolor interno (dolor psicológico).
Uno de estos dolores es el diálogo interno negativo; Las personas con sesgos negativos pueden involucrarse en pensamientos autocríticos, como “No soy lo suficientemente bueno” o “Nada me sale bien”. Esto puede conducir a una baja autoestima y falta de motivación. Otro aspecto es el catastrofismo. El sesgo negativo puede hacer que las personas se concentren en los peores escenarios, como imaginar que un problema menor conducirá a un resultado catastrófico.
Individualmente, el sesgo negativo puede provocar dolor psicológico, pero socialmente también puede tener consecuencias indeseables. Por ejemplo, la negatividad en los medios. Muchos medios de comunicación tienden a centrarse más en historias negativas, como crímenes, desastres y conflictos, que en las noticias positivas. Esto puede crear la percepción de que el mundo es más peligroso o caótico de lo que realmente es.
Otro aspecto son los estereotipos. El sesgo negativo también puede manifestarse como estereotipos o prejuicios contra ciertos grupos o individuos. Por ejemplo, suponiendo que todas las personas de cierta raza o etnia, género o religión comparten características o comportamientos negativos. Si ya piensa negativamente de un determinado grupo, puede caer en el sesgo de confirmación. En otras palabras, es más probable que las personas con sesgos negativos busquen información sobre otros que confirme sus creencias o expectativas negativas hacia esos grupos, mientras ignoran o descartan la información positiva.
Consecuentemente, es importante tomar conciencia del sesgo negativo y desafiarlo activamente a través de estrategias cognitivas y conductuales. Esto puede ayudar a las personas a desarrollar una perspectiva más equilibrada y positiva de las experiencias. Como se mencionó anteriormente, el sesgo negativo puede afectar nuestros pensamientos, creencias y comportamientos no solo a nivel individual, sino también social.
Por lo tanto, es importante reconocer y abordar los prejuicios negativos en nosotros mismos y en los demás, para promover perspectivas más positivas y equilibradas. Es posible superar el sesgo negativo con esfuerzo y práctica consciente. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:
1. Conciencia: el primer paso para superar el sesgo negativo es tomar conciencia de él. Reconozca cuando los pensamientos, las emociones o los comportamientos negativos se apoderen de usted y trate de identificar las creencias o suposiciones subyacentes que los impulsan.
2. Reformule los pensamientos negativos: una vez que se haya identificado los pensamientos o creencias negativas, intente reformularlos de una manera más positiva o neutral. Por ejemplo, en lugar de pensar “No soy lo suficientemente bueno”, intente “Puede que todavía no tenga todas las habilidades, pero puedo aprender y mejorar”.
3. Concéntrese en lo positivo: haga un esfuerzo consciente para concentrarse en las experiencias, los logros y las cualidades positivas, tanto en usted como en los demás. Practique la gratitud reflexionando sobre las cosas por las que está agradecido cada día.
4. Desafíe los estereotipos y los prejuicios: sea consciente de los estereotipos y los prejuicios que pueda tener y desafíalos buscando diversas perspectivas, exponiéndose a diferentes culturas y experiencias, y cuestionando suposiciones.
5. Practique la atención plena: la meditación de atención plena y otras prácticas de atención plena pueden ayudarlo a desarrollar una perspectiva más equilibrada y centrada en el momento presente, reduciendo la influencia de los sesgos negativos.
Superar el sesgo negativo requiere tiempo y esfuerzo, y es un proceso continuo. Y en este proceso, debemos ser pacientes y amables con nosotros mismos, y seguir practicando estas estrategias para cultivar una perspectiva más positiva y equilibrada sobre nuestras propias experiencias y la interacción con los demás. Superar el sesgo negativo es vital, ya que este puede conducir a malentendidos, conflictos y relaciones tensas. Es importante ser conscientes de nuestros propios prejuicios y trabajar para superarlos a fin de fomentar relaciones positivas y saludables con los demás, dentro de cualquier sociedad.
Referencias
- Ito, T. A., Larsen, J. T., Smith, N. K., & Cacioppo, J. T. (1998). Negative information weighs more heavily on the brain: The negativity bias in evaluative categorizations. Journal of Personality and Social Psychology, 75(4), 887–900. https://doi.org/10.1037/0022-3514.75.4.887
- Marano, H. (2003). Our brain’s negative bias. Psychology Today, 20, 1-3.