Los trabajos desarrollados por Paulo Freire y Henry Giroux sobre la educación como praxis libertaria, la Pedagogía Crítica y el papel de la escuela en la deconstrucción de algunas creencias sociales han sido bastante discutidos en educación. Freire y Giroux son considerados, a nivel mundial, como los precursores de una filosofía en la que la voz de los históricamente oprimidos está siendo discutida y divulgada. Sus puntos de vista son una combinación de teoría filosófica, política y educativa. En consecuencia, en este artículo de opinión se discutirán aquellas visiones o ideas principales sobre la educación, la pedagogía y el papel de la escuela desde la perspectiva de Freire y Giroux. Además, se deliberará sobre las implicaciones de esas ideas para el sistema educativo actual y la relevancia que estas ideas aún tienen
La educación se ha convertido, según Freire (1981), en un simple acto de verter información en el cerebro de los estudiantes. Freire, en su libro Pedagogía del Oprimido, argumenta que el sistema educativo es un acto mecánico en el que los educadores simplemente colocan ideas para que los estudiantes las reciban con paciencia, las memoricen y las repitan. El autor, para ejemplificar este acto mecánico, acuñó el término “banca”. El concepto de banca se refiere al acto de solamente recibir, archivar y almacenar depósitos de conocimiento. Este conocimiento, en consecuencia, es erróneo. Además, los estudiantes se convierten en simples recolectores de información. No tienen oportunidad de crear, transformar y desafiar lo que se almacena automáticamente.
Adicionalmente, en el mismo libro de Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire esboza una teoría de la opresión. En la observación de Freire, la educación debe ser una práctica libertaria y la clave de la liberación es el despertar de la conciencia crítica (Rajagopalan, 2003). Este despertar ocurre a través de un nuevo tipo de sistema educativo, que crea una sociedad entre el educador y el estudiante, capacitando al estudiante para entrar en diálogo e iniciar el proceso de humanización a través del pensamiento y su acción correlativa.
La educación debe ser, por tanto, productora de experiencias organizadas en torno a problemas y preocupaciones que permitan la comprensión crítica de las opresiones cotidianas (Freire, 1981). Freire aboga por una metodología en la que los temas que son importantes para la vida de las personas sean deliberados y analizados en la escuela. Esos temas, según el autor, deben ser pro-diálogo, involucrar a líderes para buscar la liberación de técnicas opresoras y abordar aquellas creencias arraigadas culturalmente. Todo ello en el ámbito escolar.
En la misma línea de pensamiento, Giroux (1987) en la introducción de la Pedagogía Crítica, ve a las escuelas como recursos para comunidades más grandes. Giroux sostiene que las escuelas son entidades históricas y culturales que están sometidas a unos intereses ideológicos y políticos. Por lo tanto, las escuelas son recursos vitales que pueden ayudar a abordar los problemas sociales. Los argumentos de Giroux se superponen con los de Freire en el desarrollo de una Pedagogía Crítica. La Pedagogía Crítica es más que un método ya que puede ayudar a los estudiantes a ejercer sus derechos y responsabilidades como ciudadanos críticos (Giroux, 1990). Una pedagogía crítica es fundamental para analizar cómo se producen las experiencias humanas y cómo se legitiman los discursos dentro de las dinámicas cotidianas del aula.
El hecho de que los estudiantes sean participantes activos de su propia educación hace de la escolarización un acto de empoderamiento individual. Los individuos, como agentes humanos, se constituyen dentro de diferentes discursos y experiencias morales y éticas. Los educadores como agentes de cambio pueden ayudar a los estudiantes a examinar diferentes discursos. Los educadores pueden otorgar el poder de cambiar el currículo dado más allá de la transmisión al usarlo como base para cuestionar los discursos y creencias locales. Discursos que pueden empujar a los estudiantes hacia el pensamiento y la acción crítica. Además, tanto educadores como estudiantes pueden arrojar luz sobre cómo la adquisición de conocimientos se convierte en algo estructurado, en torno a lo cual se organiza y legitima el currículo escolar (Giroux, 1987).
Por consiguiente, las escuelas primarias, secundarias y universidades son fuerzas que transforman el mundo. Pueden transformarlo objetivamente y en las relaciones sociales cotidianas. Al fin y al cabo, como afirmaba Freire (1981), estar en el aula es estar en la historia y en su reescritura. Las escuelas no son agentes indiferentes para el cambio social. Las escuelas de hoy deberían aspirar a una educación libertaria. Las personas necesitan sentirse sujetos de pensamiento crítico, desarrollando sus propias visiones del mundo, manifestadas implícita o explícitamente en sus propias sugerencias, pensamientos y los de sus pares.
La educación debe estructurarse para fomentar el pensamiento en los estudiantes. El educador y el estudiante deben asociarse y unirse en un diálogo para llegar mutuamente a conclusiones sobre los problemas cotidianos. Las soluciones no deben ser predeterminadas por el docente, sino que deben confluir durante el proceso de diálogo. El profesor y los alumnos aprenden unos de otros (Freire, 1987; Rajagopalan, 2003). Las escuelas son lugares donde los maestros y los estudiantes dan sentido a sus vidas a través de las complejas formas históricas, culturales y políticas que ellos personifican y producen.
La discusión antes mencionada sobre la educación, la Pedagogía Crítica y el papel de la escuela lleva a pensar en los desafíos que enfrenta la educación en la actualidad. Con base en los argumentos de Giroux y Freire, el principal desafío parece ser escapar de la influencia de algunas estructuras sociales que mantienen a unos oprimidos y a otros oprimiendo. Después de todo, como argumentan los autores, no existe la neutralidad en la educación. Las escuelas primarias y secundarias, junto con las universidades, no existen aisladas y no pueden escapar a las influencias de las creencias y estructuras sociales. En efecto, cuanto más se denota una estructura social como rígida y dominante, más instituciones educativas que la constituyen están inevitablemente marcadas por su clima, transmitiendo sus creencias y permeando su acción a través de diferentes contextos. Lo que parece ser necesario es una mayor apertura en las escuelas para discutir la opresión en la educación y romper las desigualdades entre las formas culturales y políticas.
Referencias
- Giroux, H. (1990). Alfabetização e a pedagogia do empowerment político. In: FREIRE, Paulo; MACEDO, Donaldo. Alfabetização. Leitura do mundo, leitura da palavra. Rio de Janeiro: Paz e Terra.
- Giroux, H. (1987). Escola crítica e política cultural. Cortêz; Autores Associados. (Capitulo 2, p. 54 – 104)
- Rajagopalan, K. (2003). Por uma Linguística Crítica: Linguagem, Identidade e a Questão Ética. São Paulo: Parábola Editorial.
- Freire, P. (1981). Pedagogia do oprimido. 9. ed. Rio de Janeiro: Paz & Terra.