El término “creencias de lujo” fue popularizado por el psicólogo social Rob Henderson en un artículo de 2019 titulado Las creencias de lujo son el último símbolo de estatus para los estadounidenses ricos. El concepto destaca cómo los individuos pueden adoptar ciertas creencias o comportamientos no por su valor intrínseco o convicción personal, sino como medio para señalar su estatus social o superioridad moral dentro de un grupo social particular.
Las creencias de lujo se refieren a ideas o actitudes que los individuos adoptan y expresan públicamente, no necesariamente porque reflejen sus valores o prioridades genuinos, sino más bien porque transmiten un sentido de estatus social o virtud. Estas creencias a menudo implican ciertas elecciones de estilo de vida, opiniones políticas o preferencias culturales que están asociadas con la riqueza y la sofisticación.
Algunos ejemplos de creencias de lujo incluyen el ambientalismo y la sostenibilidad, la corrección política, las opciones dietéticas o las opciones educativas. Si bien existe una preocupación genuina por las situaciones antes mencionadas, los individuos pueden adoptar ciertas creencias más por sus beneficios de señalización social que por su valor intrínseco o convicción personal.
Según Rob Henderson, las creencias sobre el lujo tienen un inconveniente. Este inconveniente es que estas creencias son puramente señales de estatus declaradas por personas adineradas, que en realidad no imponen estas creencias en sus propias vidas, sino que las imponen a los menos privilegios. Por lo tanto, según el autor, estas creencias confieren estatus a los ricos y pasan factura a las clases bajas.
Hablemos de ambientalismo y sostenibilidad, por ejemplo, los viajes en avión. En los últimos años, ha habido protestas por el cambio climático, prestándose mucha atención a los viajes en avión, ya que la quema de combustibles fósiles para la aviación contribuye al calentamiento global. Sin embargo, esta afirmación anterior no ha impedido que la gente viaje por el mundo. Muchas personas en todo el mundo consideran que viajar es un indicador de estatus y éxito.
El turismo es un mercado valioso para cualquier país. Dado que viajar indica estatus y éxito, la mayoría de las personas no quieren quedarse atrás. La gente quiere viajar y suele ser uno de los propósitos de Año Nuevo más populares para muchos, ya sea que puedan permitírselo o no. Sin embargo, el turismo es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones de carbono del mundo. Varias actividades contribuyen a la huella de carbono del turismo, desde viajes aéreos hasta souvenirs y alojamiento. Estados Unidos es uno de los principales países que contribuyen a esta huella. La gente viaja todos los años por turismo, intercambios académicos, conferencias o eventos deportivos.
Si bien la gente se enorgullece de protestar para “salvar” el planeta para las nuevas generaciones, en la práctica no contribuyen tanto a ese “rescate”. Las redes sociales están llenas de imágenes de las hazañas de viaje de las personas, los lugares o países que han visitado, las conferencias o eventos internacionales a los que han asistido o las montañas que han escalado. Esta contradicción entre lo que se dice y lo que se hace está empezando a conocerse como hipocresía climática.
Tomemos otro ejemplo de creencias sobre el lujo: las elecciones dietéticas. Hablemos de uno controvertido, el veganismo o las dietas basadas en plantas. Las personas se vuelven veganas por muchas razones: éticas, religiosas o de salud. No hay nada malo en las dietas basadas en plantas. La gente puede hacer lo que quiera. Sin embargo, pensar que volverse vegano es fácil o que este estilo de vida es para todos es poco realista. Algunas personas pueden necesitar proteína animal.
En primer lugar, volverse vegano requiere una cuidadosa consideración. Existen ciertos suplementos que deben acompañar las dietas basadas en plantas como la vitamina B12, el yodo, entre otros. Además, las personas que siguen una dieta basada en plantas deben controlar cuidadosamente sus niveles de calcio y hierro. En consecuencia, el veganismo no es para todos, como afirma el Dr. Giles Yeo, biólogo británico-estadounidense. En palabras del Dr. Yeo, “las dietas basadas en plantas son para los privilegiados que pueden elegir hacerlo”. Las personas que viven de sueldo en sueldo no pueden permitirse el lujo de tener una dieta basada en plantas. Su principal preocupación es llegar a fin de mes y proporcionar comida (cualquier alimento) a su familia. Por lo tanto, hacer que las personas se sientan mal por no seguir una dieta basada en plantas o tratar de obligarlas (mediante la vergüenza social) a adoptar el veganismo es perjudicial.
El problema de que las creencias de lujo no reflejen valores o prioridades genuinos es que amplían la brecha entre las clases sociales. Refuerza la existencia de jerarquías o clases sociales, evidenciando las divisiones entre quienes pueden permitirse adoptar estas creencias y quienes no. Por tanto, haciendo más pronunciadas las estratificaciones sociales.
Como se mencionó anteriormente, la adopción de creencias de lujo plantea dudas sobre la autenticidad del activismo social. Aunque algunas personas abogan genuinamente por un cambio positivo, otras simplemente se dedican a señalar virtudes. Por lo tanto, la paradoja de las creencias de lujo radica en la posible desviación de recursos y atención de cuestiones sociales más apremiantes. Si bien la atención se dirige a señalar la virtud, abordar las causas profundas de los problemas sociales puede pasar a un segundo plano, lo que genera preocupaciones sobre la eficacia de los esfuerzos colectivos para crear un cambio significativo.
Las creencias de lujo representan un fenómeno complejo que refleja los valores y aspiraciones de la sociedad. Si bien proporcionan un medio para señalar el estatus y la pertenencia, también plantean desafíos al progreso social genuino. Superar esta paradoja requiere un esfuerzo colectivo para promover la autenticidad, el pensamiento crítico y el compromiso de abordar las causas fundamentales de los problemas sociales. En última instancia, la sociedad debe lograr un equilibrio entre la expresión individual y la responsabilidad colectiva para construir un futuro más equitativo e inclusivo.
Debemos ser coherentes con nuestras creencias y valores, para que la gente confíe en nosotros y esté dispuesta a trabajar junta. De lo contrario, no habrá cambios reales para abordar cuestiones sociales significativas que afectan a todos. Hay que construir la confianza, hay que ganarla. La gente debería respaldar sus palabras con sus acciones. Después de todo, como dice el proverbio africano: “Cuídate del hombre desnudo que te ofrece ropa”.
Referencias
- Henderson, R. (2019). ’Luxury beliefs’ are the latest status symbol for rich Americans”. New York Post, 433-444.
- Higham, J., & Font, X. (2020). Decarbonising academia: Confronting our climate hypocrisy. Journal of Sustainable Tourism, 28(1), 1-9.
- Yeo, T. E. D. (2014). Negotiating virtue and vice: Articulations of lay conceptions of health and sustainability in social media conversations around natural beverages. Environmental Communication, 8(1), 39-57.